Acabamos de llegar a Mana Pools, estamos en la zona sur, pero es un parque en el que nunca habíamos estado antes y al que teníamos unas ganas terribles de venir.
Vamos a un lodge, llamado Kavinga Lodge, que acaban de abrir hace unos meses y nos interesa mucho conocerlo, para ver si nos cuadra para nuestros clientes.
El lodge nos ha encantado, no pasa lo mismo con la comida, pero hay que entender que en España comemos muy variado y tenemos diferentes gustos que otros países. Están empezando y lo llevan el manager, su novia y el guía y tienen muchas ganas de hacerlo muy bien.
Ponen muchísimo interés y son tremendamente amables.
La concesión es gigantesca y antes no había nada, por lo que los elefantes están un poco tímidos al vernos, pero hay cientos y se están acostumbrando muy rápido.
Hemos hecho un safari a pie, sin muchas emociones hasta el final, estábamos en un alto, antiguamente zona de tránsito de comerciantes y el suelo está lleno de vasijas de barro, en una zona llena de baobabs y de repente a unos 50 metros en la loma de al lado, las dos leonas residentes andando tranquilamente. Son una madre un poco mayor y su hija, viven en la zona y viven juntas, pues la mayor no podría cazar sola grandes presas, pero entre las 2 hacen un buen equipo. Así que las rodeamos para verlas más de cerca pero al dar la vuelta ya no estaban, siempre tienes la sensación de que puedes encontrarlas, pues además el bosque era muy cerrado, pero nada de que preocuparse.
La última tarde Luci y yo decidimos quedarnos en el “hide” y no ir de safari, pues todos los animales vienen a beber a la charca donde bombean agua, pues es la única agua en kilómetros. Para los que no lo sepáis, un hide es un escondite integrado en la naturaleza, con una ventana a ras de suelo y casi a ras del agua, desde donde puedes tomar unas fotos o video increíbles y tener a los animales cerquísima, sin invadir su espacio y sin correr ningún riesgo.
Cuando bajamos al hide, en el túnel de acceso, había cientos de murciélagos preciosos, muy pequeños y volando como locos al sentirnos, pues no ven. Abrí la puerta del hide y entraron dentro un montón de ellos, abrimos las ventanas para ver y mientras los murciélagos volaban alrededor nuestro, podíamos sentir su alas en las orejas y la cara, pero no te llegan a tocar.
Durante la tarde vinieron, una gran manada de búfalos, impalas, cientos de elefantes, pájaros e incluso un águila intentó cazar delante nuestro una gallina de guinea, sin mucho éxito.
A última hora de la tarde, ya era de noche, los elefantes estaban tan cerca de las ventanas del hide que cuando empezaron a darse el baño de barro con la trompa, estábamos justo detrás de ellos y empezó a entrar barro, yo corrí a guardar las cámaras. Nos puso a Luci y a mi, llenitos de barro, fue increíble y por supuesto requirió de una buena ducha y cambio total de ropa.
Por la mañana y nada más levantarnos, Lucí estaba con los prismáticos mirando pues escuchó a los impalas ladrar y no se equivocó (es buenísma para esto), un leopardo estaba cazando delante nuestro, aunque no vimos finalmente si consiguió su objetivo.